El miedo a decir: Inseguridad, nerviosismo, inhibición y falta de claridad en lo que se quiere transmitir.
El hombre no es más que la mitad de sí mismo. La otra mitad es su expresión. – Ralph Waldo Emerson (1803-1882); poeta y ensayista estadounidense.
La sensación de miedo u otra emoción invalidante para el sujeto es un síntoma real que se traslada desde los pensamientos a la palabra. Quienes experimentan esta sensación suelen identificar cierta inseguridad, nerviosismo, inhibición y poca claridad en lo que se quiere transmitir.
El encuentro con otro siempre provoca una mínima ansiedad, mucho más si esto se da fuera de los vínculos conocidos, como espacios laborales, profesionales o incluso en personas que residen en un país del cual no son nativas (con más énfasis cuando los idiomas son diferentes).
El despliegue de la ansiedad y sus consecuencias sintomáticas va a depender de la seguridad interna de cada sujeto, de cómo se prepara psicológicamente para este encuentro y del posicionamiento en cuanto a la seguridad que traslada a la palabra – se puede estar sintiendo un torbellino de emociones sin que quien este frente a nosotros lo note.
La falta de control de la emoción que invade al sujeto en esos momentos dispara una ilación de pensamientos que provocan que la persona se sienta juzgada. Controlar el pensamiento puede ayudar a calmar la reacción de miedo, reducir la ansiedad y cortar la línea de pensamientos negativos.
Muchas veces el experimentar las sensaciones sintomáticas que se desatan en este tipo de situaciones hace que la persona opte por evitar cualquier tipo de exposición que conlleve interacción con personas que no son de su entorno, sin embargo eso no soluciona la situación de ansiedad y termina privando a la persona de crecimientos subjetivos en distintos ámbitos de su vida.
La evasión afecta la forma en que el sujeto ve la vida y limita las herramientas de resolución que deberían ponerse en juego para encarar el día a día.
El aprender a manejar la ansiedad y el lidiar con las situaciones de frustración que nos genera la interacción y la mirada de los demás es algo fundamental para el desarrollo de la seguridad subjetiva (autoestima).
Con el reconocimiento consciente del problema, el trabajo analítico y la práctica de algunas técnicas se logra aprender a controlar el miedo, los pensamientos y la respuesta que esa emoción genera en el cuerpo, disminuyendo de forma significativa el impacto del estrés que estas situaciones generan.
Escuchar al cuerpo es muy importante para cambiar el desarrollo de la emoción. El miedo genera una respuesta física que la cabeza interpreta. Esto quiere decir que ante una aceleración del ritmo cardíaco, sudoración fría, respiración acelerada, entre otras manifestaciones fisiológicas, nuestra mente interpreta que tenemos miedo. Si se logra identificar la sensación que se desata en el cuerpo y el disparador real que lo genera es posible controlar la sensación de miedo.
Hay que desafiar los pensamientos, llevarlos al plano racional. Hacer ciertos cuestionamientos ayuda a disipar algunas emociones. ¿Qué pruebas hay de que te pondrás en ridículo? ¿Es real que todos te están evaluando? ¿Por qué sería posible que alguien te esté juzgando?
Seguramente estas preguntas no tienen una respuesta certera, puede pasar que no esté el feedback que se busca en el público o en la persona, pero eso no es lo más importante, lo que importa es poder lograr el objetivo de la exposición o presentación con un discurso tranquilo, claro y la modulación adecuada del tono. Así se logra tener la atención del otro y que el mensaje llegue, mas allá de si hay una devolución o no de lo que se ha dicho.
El pensamiento repercute inmediatamente en lo que se siente, abordar las emociones que se dan en ese momento de forma racional, realista y con una modificación en la forma de pensar ayuda a superar el estímulo intenso e irracional que paraliza.
Usar la imaginación para disipar los temores es un muy buen recurso, experimentar imaginariamente las distintas situaciones posibles ayuda a vivenciar la experiencia, sentir la ansiedad que invade el cuerpo y la cabeza; al ser esto un recurso imaginario da la posibilidad de agregar información y preguntar ¿Cuál es la preocupación? ¿Cuáles son los resultados probables? Agregar asociaciones a los temores que surgen ayuda a disminuir los efectos que se presentan la vida real.
A partir de estas preguntas se logra imaginar un escenario distinto, introduciendo como principal disparador lo que nos gustaría que suceda. Esto es algo básico de control de ansiedad, no es algo que se logre sólo con el cambio de pensamiento, por lo que requiere un trabajo con la intervención de un Psicólogo para poder sacar del medio los complementos que podemos arrastrar de la crianza y experiencias de la vida.
Algunos cosas a tener en cuenta:
• Es importante mostrar entusiasmo y compromiso con respecto al tema que se expone. De ahí se obtiene como resultado la atención de las demás personas.
• Respirar hondo, ser consciente de la respiración es muy importante. Cuando se está nervioso la respiración es más corta y se acelera la necesidad de aire, esto causa que la tensión sea más visible.
• La práctica es una de las herramientas fundamentales. Cuanto más se practica, más seguridad se adquiere; esta práctica da confianza y permite una mayor concentración. En las situaciones imprevistas, donde no es posible la preparación, el hacer pausas en lo que se dice y ordenar el pensamiento ayuda a controlar lo que se está diciendo.
• Manejar bien la voz es de vital importancia, hay que tener en cuenta tres componentes: el volumen, el ritmo y el tono. Si estos componentes están en armonía se logra una sincronía que impacta en la atención de quienes escuchan.
• Manejar la gestualidad, generar empatía ayuda a que se dé la relajación tanto de quien expone como de quien escucha.
• Mantener el contacto visual se relaciona con el punto anterior, ya que sin contacto visual es imposible generar empatía, pero además el hecho de ver a las demás personas empáticas con lo que se está diciendo y atentas ayuda a disipar el fantasma del juzgamiento.
• Organizar mentalmente lo que se quiere decir. Muchas veces también ayuda tener un soporte real, ordenarlo no sólo en la cabeza sino también en un papel. Esto hace que la presentación tenga fluidez y no haya tiempos muertos innecesarios.
• Es importante que el mensaje sea claro y fácil de recordar, es necesario repetirlo en distintos momentos de la ponencia. Generalmente lo que más recuerdan las personas son los temas explicados con cierta gracia o con ejemplos de la vida cotidiana.
• Por último, es interesante buscar situaciones para hablar, grupos o personas, cuanto más veces se repita mejores resultados se obtendrán. La exposición reiterada a estas realidades hace más fácil el manejo de la ansiedad y el recordar cómo hacerlo.