La psicología («psico», del griego ψυχή, alma o actividad mental, y «logía», -λογία, tratado, estudio) es la disciplina científica que estudia los procesos psíquicos, incluyendo procesos cognitivos internos de los individuos, así como los procesos sociocognitivos que se producen en el entorno social, lo cual involucra a la cultura. El campo de los procesos mentales incluye los diversos fenómenos cognitivos, emotivos y conativos, así como las estructuras de razonamiento y racionalidad cultural.
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General 27.07.2018
El mayor azote de la vida moderna es tener que dar importancia a cosas que, en realidad, no la tienen. – Rabindranath Tagore (Calcuta, ibidem, 1861-1941); filósofo, poeta, novelista, pedagogo y músico bengalí. Premio Nobel de Literatura en 1913.
Como sujetos se nos plantea desde el inicio mismo de nuestra existencia la idea de buscar la felicidad, pero el mensaje encriptado en esa fábula de ser felices y completos permanentemente es que nadie nos dice nada acerca del costo a pagar.
Hoy vivimos un idealismo comunicacional que nos vende minuto a minuto una cultura de felicidad interminable: amigos, fiestas, alegría y risas sin fin, donde el único propósito es pasarla bien.
El bombardeo constante de ofertas de goces y objetos para satisfacer nuestros deseos aparece como la solución mágica a la falta de respuestas frente al sentido de la vida.
Aparecen objetos deslumbrantes que se enaltecen a expensas de un sujeto que se detiene en su desarrollo, creatividad y que no sufre (…Zaratustra salió de su cueva ardiente y fuerte como el Sol cuando sale detrás de montañas oscuras, y dijo al Sol –radiante astro- ¿Qué sería de tu dicha si no tuvieses aquellos para los que brillas?-… – Friedrich Nietzsche, 1883).
Vivimos en una realidad en la cual se supone que la angustia existencial es una equivocación; no hay lugar para el cuestionamiento del ser. Es así que nos horroriza ver el juego mortífero de caminar en el puro placer: las adicciones, los suicidios en jóvenes, etc. La soledad misma del sujeto es algo que se hace insoportable y de la que nadie quiere saber.
Voces mudas denuncian el destino cruel que nos depara la insatisfacción cultural: bulimias, anorexias, adicciones, síntomas que gritan la anulación del sujeto. Estamos siendo devorados por los objetos, por el imperativo de consumo ilimitado, respuesta trágica, aniquiladora de una sociedad consumista que nos hace creer en la imagen de un espejo fallido. Así nos mostramos frente al otro con un personaje creado para engañar, pero en el proceso el único engañado es el sujeto mismo.
Freud nos habla de culpa, angustia e insatisfacción por vivir en la cultura. Sentimos culpa por no poder alcanzar el grado de placer establecido por nosotros mismos y por la sociedad, pero algunos deseos, como los más primitivos, están para ser formulados, no para ser cumplidos. El sujeto que persigue la realización de esos deseos, también teme a su realización y de este miedo deriva la respuesta fóbica que se materializa a través del ataque de pánico, la inhibición ante el miedo, donde el propio psiquismo pone un freno a través del cuerpo. Ya Heráclito de Éfeso señaló hace más de 2.500 años: «Que a los hombres les suceda cuanto quieren no es lo mejor».
La fobia es un modo de expresar el miedo, a partir de sus síntomas se fabrican límites, prevenciones y logra que el sujeto se mantenga alejado del objeto de deseo. El hombre retrocede porque se enfrenta a una oferta de goce que de realizarse le costaría su subjetividad. Podríamos decir que, si bien hoy se nos plantea el objeto al alcance de la mano, el sujeto busca protegerse de una realización de deseos que considera excesiva y peligrosa, y frente a la cual se siente pequeño e insuficiente.
¿Cómo soportar esta insatisfacción? Este es el gran enigma del sujeto, el malestar en la cultura es el precio que debemos pagar por vivir en comunidad, reprimir nuestros deseos por el solo hecho de acceder a una vida social.
El sufrimiento humano reside en tres fuentes: 1) el poder inexorable de las leyes de la naturaleza, 2) el transcurrir unidireccional del tiempo (la caducidad de lo sensible, en particular el cuerpo humano) y 3) la insuficiencia para regular las relaciones sociales. Las dos primeras son inevitables, pero la que resulta difícil de comprender es la tercera. Supuestamente la vida en sociedad debería generarnos satisfacción, pero no es así, no sabemos cómo responder al otro y esta es la causa que genera hostilidad hacia lo cultural.
Para poder mitigar el sufrimiento ante la insatisfacción constante encontramos tres posibles soluciones: distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas en el desarrollo intelectual o artístico o bien narcotizarnos para poder escapar aunque sea por un rato de la realidad descarnada. Otra manera de evitar el sufrimiento es la sublimación; este proceso hace que la energía libidinal se convierta en algo productivo socialmente y así alejamos la culpa y la insatisfacción momentáneamente.
Es posible canalizar nuestro sufrimiento por diferentes vías, que con ayuda de la fantasía nos hacen creer en el posible estado de felicidad, pero ninguno es eternamente efectivo.
La terapia psicológica ayuda a lograr que el sujeto entienda que todos pagamos el precio de la infelicidad por vivir en sociedad, que a muchos nos paraliza el miedo de ver la realidad cotidiana, pero que con síntomas y todo seguimos preguntándonos y tratando de entender, lo más lúcidos posibles, cómo vivir y soportar el vacío de no poder lograr el ideal de felicidad.
Lo que debemos aprender es a disfrutar de los momentos que tenemos, cuestionarnos acerca de nuestros deseos y continuar nuestro tránsito por la vida enfrentando la no realización completa del ser.
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Niñez y Psicoanálisis 21.06.2017
El niño no distingue entre lo que desea y lo que es suyo. – Jean-Paul Richter (1763-1825); poeta alemán.
La adquisición de los límites en la niñez debe remitirse y pensarse como un proceso de construcción vincular. Los límites se transmiten y generan una marca de manera implícita. Cuando un niño aprende a hablar también está aprendiendo a respetar límites, ya que la adquisición del lenguaje implica la aceptación de códigos y reglas. Con el lenguaje el ser humano ingresa en una legalidad que lo trasciende, se reconoce como parte y heredero de un orden cultural.
Los primeros límites se establecen entre la madre y el bebé, estos serán el comienzo de un largo proceso de individualización y crecimiento. De una dependencia absoluta, la mamá variará la intensidad de su oferta pasando a una dependencia relativa.
René Spitz ha estudiado el papel de la frustración durante el transcurso del primer año de vida. En este sentido es importante que el bebé transite experiencias de placer y displacer para que se vuelva activo frente al mundo.
La aceptación de un límite implica pues la capacidad para tolerar la frustración que significa postergar el deseo, o bien desplazarlo para buscar una satisfacción socialmente permitida.
Se considera que los límites son necesarios e indispensables para la estructuración del aparato psíquico, estos pueden contribuir o en su defecto perjudicar la configuración psíquica. Con respecto a las funciones de los límites, estas deben ser: contener, proteger y cuidar. Por lo que se entiende que aquellos límites que los padres brindan a sus hijos contribuyen a la configuración psíquica, posibilitando al niño adaptarse mejor a las normas y límites sociales.
Resulta importante destacar la diferencia existente entre el establecimiento de los límites firmes, claros y los límites blandos. En referencia a los límites blandos su creador en su obra “Poner límites. Cómo educar a niños responsables e independientes con límites claros” R. J Mackenzie los caracteriza como “cuando no significa si, a veces, quizás”. Es decir, se le está diciendo no al niño, pero al no hacerlo con firmeza, el resultado es que el niño sigue portándose mal, no obedece, discute. (Mackenzie, 2006).
Establecer límites firmes no significa emplear castigos u otros métodos punitivos, sino al contrario, actuar con serenidad pero con firmeza y de manera consistente.
Los límites se aprenden en el núcleo familiar, puestos por los adultos que son afectivamente importantes para el niño. Por amor a ellos el niño los va a ir incorporando, aceptando transitar el difícil recorrido que es la regulación de los impulsos.
Los límites puestos en el hogar tienen que ver con los valores y la singularidad de cada grupo familiar, particulares a cada medio social y cultural. También son diferentes los límites puestos en las distintas etapas: primeros años, pubertad y adolescencia.
Tags: puesta de limites niñez
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Trast. de Conducta Alimentaria 09.04.2017
A lo largo de la última década se ha ido extendiendo progresivamente la práctica de la cirugía bariátrica para el tratamiento de la obesidad mórbida. Mediante este método el paciente que padece de una obesidad mórbida logra bajar su peso considerablemente en un lapso corto de tiempo. Esta difícil decisión de llegar a la instancia de someterse a una intervención quirúrgica generalmente viene ligada con el cansancio y hartazgo de dietas, ejercicios y métodos tradicionales; la persona en esta instancia ya posee una obesidad que le impide realizar cómodamente su vida cotidiana, toda tarea que requiera una mínimo desplazamiento a veces es sumamente cansadora y muchas veces deben depender de terceros para poder hacerlo.
Aquí es donde aparecen los signos de angustia y la idea de que “así ya no puedo seguir”; el cuerpo comienza a poner límites, el cuerpo habla y lo hace a través de síntomas (dolores articulares, colesterol alto, diabetes, etc.) y en el plano psicológico eso se traduce en autoestima baja, angustia por no poder mirarse en un espejo (no aceptación de su imagen corporal), reclusión voluntaria, angustia por no conseguir la ropa que le gusta porque no les queda, y es así que vemos aparecer al paciente muchas veces con un mismo vestuario. A esto se agrega la continua degradación de sí mismo (temor a exponerse en público, temor a hacer el ridículo, temor al qué van a decir, entre otros). Aquí es donde se rastrea el peso que tiene sobre el psiquismo de un sujeto la mirada de los otros. De nada vale que quienes rodean al sujeto insistan en que baje de peso, porque eso generalmente produce un efecto negativo. Se sienten torturados constantemente, controlados, no comprendidos y la forma que encuentran de calmar esa angustia de no poder decir todo lo que sienten es comiendo.
La creencia común es pensar que la persona obesa es “gorda” porque quiere, por indisciplinada, porque no tiene constancia con las dietas, porque le gusta estar así y la realidad es que los que siguen esta creencia están muy lejos de entender lo que realmente pasa en una persona que sufre de obesidad; su relación con la comida no es placentera, todo lo contrario muchas veces es una vía de escape, un castigo. No se tiene en cuenta que una persona puede estar en esa situación por problemas metabólicos, porque ya tiene un sobrepeso que no se soluciona sólo con dieta y ejercicio, o por cualquier otro motivo. Lo real es que el obeso no es obeso porque quiere, ni tampoco sus atracones de comida son por placer.
Hice referencia a la incomprensión porque en muchos casos de la clínica se escucha que el sujeto que sufre de obesidad se siente incomprendido, tanto en su seno familiar como en su trabajo o con sus amigos, porque insisten en hacerles ver una realidad que ellos desgraciadamente viven día a día (el hecho de que están gordos), y que no hacen nada para solucionarlo, que deberían empezar una dieta, etc. Entonces surge la respuesta desde el sujeto: ¿Hacer qué? Acaso otra dieta imposible, salir a correr, ver especialistas o hacer qué otra terapia alternativa.
El hecho es que sienten que quienes no han sufrido de sobrepeso jamás van a entender lo que les pasa y por eso suelen identificarse a personas que son o han sido en algún momento obesas.
Pero la incomprensión sigue, cuando ya han decidido realizarse la operación bariátrica y comunican su decisión siempre están quienes dicen: -¿Estás seguro?, ¿Una cirugía es peligrosa? ¿Vos no lo necesitas? Y el sujeto llega a pensar “querían que haga algo y ahora que decido no les gusta”, esto lleva a que muchas veces mantengan su decisión en secreto y sólo se lo comuniquen a personas de su mayor confianza y de quienes saben no van a recibir más que palabras de aliento; hacen esto para evitar escuchar constantemente las opiniones ajenas. Entonces el sujeto se encuentra en la disyuntiva de escuchar todo lo que dicen los demás o llevar a cabo su deseo propio, y es aquí, cuando el deseo está posicionado fuertemente en el sujeto, cuando lo va a llevar a cabo pese a quien le pese.
De esta manera inicia el camino hacia el compromiso de cambio, digo compromiso de cambio porque si el paciente no está realmente preparado para afrontar el costo (monetario, físico y psíquico) que requiere el proceso de hacer real aquello que imaginó, seguramente abandonará o desistirá de su decisión de operarse en poco tiempo. El mantener la decisión mucho tiene que ver con un proceso interno que debe llevar a cabo el propio sujeto.
Durante mucho tiempo culturalmente se pensó que quienes eran “gorditos” tenían salud, y eso era muy evidente en los niños, y que quienes eran demasiado flacos seguramente estaban enfermos. Hoy en día sabemos que ambos extremos son patológicos y aunque se catalogue a los trastornos de la conducta alimentaria (obesidad, anorexia y bulimia) como patologías de esta época, lo real es que ya existían antes de que culturalmente nos diéramos cuenta de la gravedad de estas problemáticas.
Lo importante es que se está logrando poco a poco una concientización colectiva de estos problemas tanto en las personas que los padecen como en los profesionales idóneos para intervenir en este tema.
Tags: cirugía bariátrica, cirugia bariatrica rosario, cirugia bariatrica santa fe
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General 02.03.2017
Para lograr un entendimiento de este concepto lacaniano es necesario realizar un recorrido teórico de varios autores que posibilitarán a través de ciertos ejes una enmarcación coherente. Estos ejes son:
- Complejo de Edipo en la niña.
- Función del nombre del padre.
- Significación fálica.
- Posicionamiento de la niña frente a la madre.
Estos ejes son esenciales ya que, tanto su funcionalidad o su no intervención dará como posible resultado la aparición de la relación de estrago entre la niña y su madre, como también las distintas dificultades para la niña con respecto al desarrollo de su feminidad.
Desde Freud conocemos el desarrollo del Complejo de Edipo. A través de la construcción del mito de Edipo, Freud busco localizar y explicar los avatares con los cuales el niño pequeño se enfrenta en los primeros años de su vida.
Este episodio es el fenómeno central del periodo sexual de la primera infancia, referencia de las relaciones, ataduras y límites que condicionan la existencia y trayectoria del sujeto en la vida.
En esta fase del desarrollo la niña busca y quiere ser la predilecta del padre, por lo tanto exige ser amada. El clítoris es para ella un pequeño pene y por lo tanto para ella es importante y su funcionalidad es tal que para ella se comporta como un pene. Cuando advierte la diferencia con el varón se siente inferior y percibe esta falta como un perjuicio, aquí es donde se presentan la gran mayoría de conflictos con su madre, ya que la niña la hace responsable de haber sufrido este perjuicio. Obviamente todo esto ocurre bajo la instancia inconsciente de la niña, no es que ella haga berrinches a su mamá por saber de este perjuicio. Luego de un lapso de tiempo acepta esta falta, comprende la castración como un hecho y entra en el periodo de la angustia de castración. Este periodo se caracteriza porque la niña renuncia a tener un pene como el varón, acepta su condición, pero pide algo a cambio.
El primer objeto de amor tanto para la niña como para el niño es su madre, pero en este camino la niña sustituye a la madre, quiere ser todo para su papá. Su posición es estar constantemente seduciéndolo, la renuncia al pene solo es soportada a condición de un intento de resarcimiento. Ella renuncia a tener un pene sólo con la condición de recibir un hijo, su complejo de Edipo culmina en el deseo de recibir un hijo del padre. Al no recibir respuesta a esta demanda puede deparar terribles dificultades en el desarrollo habitual de la femineidad.
Cuando la niña le pide al padre un hijo, lo que esta pidiendo es una demanda imposible de satisfacer. Esta demanda de objeto sólo tiene existencia a nivel del lenguaje, de lo simbólico, ya que es sabido que un padre en su función paterna no puede dar un hijo a su hija: el padre esta imposibilitado para significar esa demanda para complacer a su hija. Freud decía que esta posibilidad de la mujer de demandar un imposible es lo que la hacía poder forjar un carácter desinhibido en su sexualidad.
El Complejo de Edipo logra introducir al niño en el circuito de deseo de la mujer. Según Freud la mujer es un ser castrado, le falta el falo (representación simbólica del pene), por eso a través de la resolución del Edipo y la posterior aceptación de la castración van a venir toda una serie de objetos a compensar la falta del falo, entre ellos el propio hijo. Para Lacan la mujer no está castrada, sino privada, la posición femenina no está inscripta en el inconciente.
Nos preguntamos con respecto a la posición de la madre, ¿Qué lugar viene a ocupar el niño? La respuesta a esta incógnita es que el niño tiene un sólo valor: es, supuestamente, quien va a ocupar el lugar del objeto que va a completar a la madre; en relación a esto el niño puede ser el nombre del falo (representar aquello que la madre anhela, pero que en realidad no es, por eso sería sólo el nombre) u ocupar el lugar de objeto A (objeto causa de deseo de la madre, es decir el deseo de la madre siempre va a girar en torno a su hijo), lugar de eso que escapa a toda simbolización.
Jacques Lacan a partir de las elaboraciones teóricas de Freud, conceptualizo dos conceptos muy importantes que sirven como operadores funcionales para comprender la importancia del proceso de constitución de un sujeto. Estos conceptos son la Metáfora Paterna y El Nombre del Padre, que actúan en el desenlace del Edipo impidiendo la posibilidad de estrago.
Existe una relación particular del niño con el falo, el falo es el significante privilegiado.
El niño se pregunta con respecto a su madre ¿Qué soy para ella?, ¿Qué lugar tengo?, ¿Qué quiere de mi? Es aquí donde interviene lo que se ha dado en llamar el nombre del padre. Aquí es donde entra en juego el padre en su función, no sólo como aquel que lo engendró, sino haciendo intervenir su posición en esta relación tríadica madre-hijo-padre, papel prohibitivo del padre identificando en el padre la figura de ley. ¿Cómo interviene el padre? Justamente es dando respuesta a esas interrogaciones que tiene el niño sobre el deseo de la madre, va a decir que lo que desea la madre es el falo y esto va a dar lugar a que el niño se identifique con el objeto de deseo de la madre, más tarde se dará cuenta, a partir de la función paterna, que él no puede ser el falo de la madre. La metáfora paterna va a ser la operación por medio de la cual el significante del nombre del padre se sustituye al deseo de la madre, es decir que en el psiquismo del niño va a actuar la figura de ley del padre permitiéndole salir de ese lugar de ser todo para la madre (lugar del estrago).
¿Qué es lo que pasa en la relación de estrago? El niño se posiciona en lugar de objeto, presta su cuerpo para ser un objeto dentro del inconciente de la madre, queda pegado a esa situación que hace que la madre no se entere de nada, menos de su castración. En esta posición de objeto el niño no puede decir nada, ya que es objeto de goce del otro.
El estrago es un término introducido por Lacan para explicar que en la relación madre-hija hay algo que escapa a la total regulación fálica. En el estrago se da un malentendido en cuanto a la respuesta de qué es ser mujer, esto evidencia la falla de la función paterna que es introducida en esta relación como un padre impotente, que en el discurso materno figura como castrado. El estrago en la relación madre–hija es consecuencia directa de la falla de la función paterna.
Marie –Hélene Brouse, en “El estrago a la luz de la vacilación de los semblantes”, dice que en la práctica analítica se constata el estrago en la relación madre-hija a partir de la vacilación del semblante. En el estrago la madre es designada como responsable de la falta de la niña y supuesta de gozar de eso, así el estrago esta relacionado al destino del falo en la niña, en esta relación de estrago, se evidencia en el deseo de la madre un goce sin limite, sin intervención del freno del Nombre del Padre. Es el deseo materno que quiere devorar, que siempre quiere más y más, deseo imposible de saciar. Lacan llego a referirse a este deseo materno como feroz y obsceno, tiene que ver con esa parte del goce de la mujer que no esta acotado, circunscrito. En el estrago no hay mensaje a descifrar, sino que es puro goce.
Lacan diferencia estrago de síntoma, el estrago es el goce no fálico femenino, sin localización y es una construcción del sujeto. El síntoma puede superar al estrago, envuelve un goce, no se considera como algo anómalo que hay que extirpar del sujeto, sino que es una invención del sujeto para arreglárselas con lo real, es la respuesta que el sujeto pudo construir. El psicoanálisis busca que el sujeto pueda arreglárselas con el real sin sufrir.
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Niñez y Psicoanálisis 21.01.2017
Entre las problemáticas con las cuales se enfrentan padres y maestros al momento de educar a un niño se destacan: la puesta de límites, la agresividad en los niños, la importancia del destete y el control de esfínteres. Estos puntos son de suma importancia, ya que preocupan tanto a padres como a docentes y se visualizan en ambos ámbitos complejizando la tarea de educar al niño.
Para comprender el valor de estas temáticas se hace imprescindible examinar la época postmoderna en la cual estamos inmersos, la cual se caracteriza por la fragilización subjetiva y vincular, el empobrecimiento y la ruptura de los vínculos y redes, la modificación de los valores y la caída de los ideales, a lo que se agregan las crisis de las instituciones, entre ellas la familia, la educación y la salud. Teniendo en cuenta que estas conforman los pilares fundamentales de la sociedad, al estar en crisis, han perdido su solidez y se han tornado estructuras frágiles.
La endeblez que se establece como consecuencia de la crisis institucional, conlleva la aparición de problemáticas que afectan el ámbito familiar, educativo y sanitario generándose así reacciones en espiral que repercuten en todos los estamentos de la vida del sujeto.
Con respecto a la familia y a la educación se han materializado ciertas conductas que son consecuencia directa de lo antes mencionado y que atañen a la crianza y educación de los niños.
Interrogantes actuales acerca de la crianza de un niño
El interrogante tanto de padres como docentes es: ¿Cuál es la manera más eficaz de poner en práctica la tarea educativa? Lo cual nos lleva a repensar acerca de: ¿Qué tipo de lazos establece el niño en el núcleo familiar y en el ámbito escolar?, ¿Qué influencia producen en el niño los padres y docentes como modelos identificatorios? ¿Qué es un límite?, ¿Cómo lograr poner límites con amor?, ¿Por qué hay niños con problemas de conducta?, ¿Cuál es su causa?, ¿Por qué existen niños agresivos?, ¿Cómo lograr el control de los esfínteres?, ¿Qué dificultades se presentan en el establecimiento del control de esfínteres?, ¿Cuándo es oportuno que ocurra el destete?, entre otros.
Esta labor, al estar asistida por un profesional psicólogo, permitirá ahondar en el problema, teniendo como finalidad el establecimiento de una orientación que posibilite la apertura a un cambio subjetivo en ellos, en el niño y en el seno familiar en sí.
Tags: educacion niños de hoy
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Niñez y Psicoanálisis 21.01.2014
Al hablar de límites no se puede eludir tratar la temática de la agresividad, ya que ella se relaciona directamente con la puesta de límites. Cabe señalar que el problema de la agresividad es uno de los trastornos que más invalidan a padres y maestros. Estos a menudo se enfrentan con niños agresivos, manipuladores o rebeldes pero también se enfrentan a no saber muy bien cómo deben actuar con ellos o cómo incidir en su conducta para llegar a cambiarla.
Las reacciones agresivas son innatas en el sujeto, son conductas normales y necesarias para la adaptación al entorno. Dichas reacciones se tornan patológicas cuando se repiten con frecuencia y se convierten en un estilo de conducta.
La definición de agresión alude a una dimensión de la conducta dirigida a procurar dolor o dañar de algún modo a otra persona u objeto.
Desde la teoría psicoanalítica se considera que la agresividad es innata y actúa precozmente en el desarrollo del sujeto, subrayando el complejo juego de su unión y desunión con la sexualidad.
En la última teoría pulsional propuesta por Freud (pulsiones de vida-pulsiones de muerte), la agresividad pasa a desempeñar un papel más importante y a ocupar un lugar diferente en la teoría.
Freud reserva el término pulsión agresiva para designar la parte de la pulsión de muerte dirigida hacia el exterior con la ayuda especial de la musculatura. (Laplanche-Pontalis, 1996)
Tags: agresividad infantil rosario, agresividad infantil santa fe
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General, Terapia de Pareja 15.10.2011
Entrevista realizada el 15 de octubre de 2011 en el programa de Ariel Amato por Radio Mitre Rosario acerca de los conflictos en las relaciones de pareja.
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Psic. Pamela I. Arriola
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